Después de haber limado las uñas, dándoles la forma que desees, echa para atrás tus cutículas (recuerda:¡NUNCA SE CORTAN!) y aplica una base.
Comenzamos a puntear la uña. Para ello, puedes utilizar un puntero específico de nail art (tendrá una parte más fina y otra más gruesa) pero también otro tipo de herramientas más caseras: un palito de naranjo o un palillo para los puntos más finos y un bastoncillo, por ejemplo, para los más gorditos. Primero haremos los puntitos blancos (unos más grandes, otros más pequeños). Empezamos un poco más debajo de la cutícula y llegamos hasta el centro de la uña. Un truco: tu manicura quedará mejor si utilizas una laca de uñas mate.
Limpia tus herramientas y utiliza ahora una laca en gris clarito. Comenzamos a puntear la uña con este tono desde un poco más abajo de donde comenzamos con el blanco y dibujamos puntitos hasta llegar casi al final de la uña. Haz los puntos de distintos tamaños y puedes superponer alguno gris sobre otro blanco.
Repetimos la misma operación con un gris más oscuro, comenzando más abajo de donde empezamos el gris clarito. De esta forma, se crea un efecto degradadoentre el blanco, el gris claro y el oscuro. Haz también puntos más gruesos y más pequeños y superpón alguno.
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